tan crucial que todos los creyentes deberían captarlo y gloriarse en él. El principio es que, por razones especiales, el Dios todopoderoso ha ordenado la práctica de la oración colectiva como un deber para su pueblo y le ha vinculado promesas singulares. ¿Es mi iglesia una casa de oración? ¿Satisface el deseo del Señor? ¿Entiendo que los lazos de un pacto me consolidan dentro de una familia de oración? Por un momento, considerad el sentido literal que se esconde detrás de esas hermosas palabras:
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